El pasado 31 de noviembre La Estrella ya está en el Rocío.

En la tarde del viernes nuestro Bendito Simpecado fue entronizado en la casa de Hermandad.

Otro año más tenemos la suerte de postrarnos a tus plantas.

Por la tarde se realizó una Santa Misa dedicada a todos los difuntos de la Hermandad, que fue presidida por nuestro consiliario, Rvdo. P. D. Felipe Rosario Bruno.

Después de la cena tuvimos un bonito rato de convivencia donde los jóvenes nos dieron alegría con sus cantes y bailes.

Sábado primero de noviembre. Iniciamos un pequeño camino hacia el Arco Mariano. La Hermandad reunida con paso firme y corazón alegre, donde el aire fresco del amanecer acompaña a los hermanos, amigos y jóvenes que caminan juntos, compartiendo ilusión y fe.

Se oyen las voces, los cantos rezando el ángelus.

Los sones de gaita y tamboril marcando el ritmo y las miradas cómplices de quienes saben que este pequeño camino une más que cualquier palabra. Cada paso es una oración sencilla, una muestra de cariño hacia Jesús y su Madre, la Señora, que nos guía.

La jornada ha transcurrido entre vivencias de Hermandad: ayuda, convivencia y alegría compartida.

Porque en el camino se aprende lo que realmente significa ser parte de algo más grande, una familia unida por la fe y el amor al Divino Pastorcito y a la Virgen del Rocío.

Por la tarde se inició el camino a la Ermita.

Saliendo de la casa de Hermandad, el corazón se llena de ilusión y esperanza.

Los pasos, acompasados por el sonido de las gaitas y tamboriles de Manuel y Guillermo nos guían hacia la Eucaristía, donde la Fe se hace encuentro.

Nuestra Madre, María Santísima del Rocío, nos espera con los brazos abiertos, colmando de paz a quien la mira.

En cada rostro se reflejan los nervios, la emoción, la Fe viva y, sobre todo, el compromiso con nuestra Hermandad.

Después, el Santo Rosario recorriendo los alrededores de la Ermita, envolviendo el aire en plegarias y emoción. Cada Ave María es un suspiro de devoción, cada mirada a Ella, un acto de amor sincero.