El pasado domingo  11 de Septiembre, iniciamos los actos conmemorativos de nuestro 20 aniversario.

La Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de la Estrella de Madrid asistió a la Función Solemne y devoto besamanos en honor a María Santísima del Dulce Nombre en su Soledad, titular de la Hermandad de Jesús “El Pobre” de Madrid.El acto comenzó a las 11:30 horas de la mañana con el rezo del  Santo Rosario.A continuación, la Hermandad de Jesús “El Pobre” se dirigió  junto  al Simpecado de la Hermandad del Rocío de la Estrella (Madrid) al principio de la Calle Nuncio (antiguo palacio de la Nunciatura) hasta la Iglesia de San Pedro ”El Viejo”, acompañado musicalmente por la Agrupación Musical de Nuestro Padre Nazareno Jesús ”El Pobre” y acompañados por el Asistente Eclesiástico de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Madrid,  Rvdo. P. D. Ángel Luis Miralles Sendin.Todos hicimos la entrada en procesión, mientras la banda de música no sorprendía entonando la Salve del Ole, a continuación nuestro Simpecado saludaba  a la imagen de María Santísima del Rocío.Qué decir de nuestros pequeños tamborileros, que nos tocaron el corazón con ese toque del Rocío encabezando la procesión hasta el altar acompañando con sus gaitas y tambores al  son de la Salve. Seguidamente comenzó la Santa Misa presidida por el Asistente Eclesiástico de Hermandades,  en su homilía D. Ángel nos insistió en la importancia que es para un cristiano ir a la iglesia, porque a día de hoy muchos cristianos se saben las canciones actuales pero no los mandamientos algo imprescindible para la vida de un cristiano. También comentó la parábola del Hijo Prodigo, recalcando,  que en  el arrepentimiento también encontramos a Dios y El  siempre nos recibirá con los brazos abiertos, ya que Dios es todo Misericordia.

No nos vamos a olvidar  de nuestro coro “Camino y Rocío” por sus hermosas canciones durante la Santa Misa.

Al finalizar la Santa Misa el Presidente de de la Hermandad de Jesús “El Pobre” nombró Hermano de Honor a nuestro Presidente Enrique Javier Úbeda Moreno, haciéndole entrega de un cuadro conmemorativo del nombramiento.

Como todos los años el acto finalizó, entonando el Coro de nuestra  Hermandad la sevillana de “Dulce Nombre y Rocío”.

Al finalizar el acto celebramos un rato de convivencia junto con la Agrupación de Nuestro Padre Jesús Nazareno “El Pobre.

No nos olvidamos de las Hermandades que estuvieron presentes en este acto, la Hermandad de Ntra. Sra. de la Antigua, la Hermandad de la Real  Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena, la Real Congregación del Santísimo Cristo de la Fe, Cristo de los Alabarderos y María Inmaculada Reina de los Ángeles y la Real,  Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de  Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena.

Agradecemos a D. Francisco y toda su Junta de Gobierno,  por todo el cariño que han tenido y nos han regalado, no tenemos palabras para dar la Gracias y agradecer el comportamiento con nuestra Hermandad, y el dejarnos vivir tan intensamente esta Jornada dedicada a María del Dulce Nombre en su Soledad, a quien elevamos esta bella oración.

¡Madre de Dios y Madre mía María!
Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación,
me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro
tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María!
haz que tu nombre, de hoy en adelante,
sea la respiración de mi vida.
No tardes, Señora, en auxiliarme
cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata,
y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida,
y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:
“¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!”
¡Qué aliento, dulzura y confianza,
qué ternura siento
con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios,
que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.
Señora, no me contento
con sólo pronunciar tu nombre;
quiero que tu amor me recuerde
que debo llamarte a cada instante;
y que pueda exclamar con san Anselmo:
“¡Oh nombre de la Madre de Dios,
tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío,
que vivan siempre en mi corazón y en el de todos,
vuestros nombres salvadores.
Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre,
para acordarme sólo y siempre,
de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María,
cuando llegue la hora de dejar esta vida,
concédeme entonces la gracia de deciros:
“Os amo, Jesús y María;
Jesús y María,
os doy el corazón y el alma mía”.

(aciprensa)